A propósito del artículo “Sinusitis maxilar iatrogénica por material de impresión dental”

Estimada Dra. Josefa Dolores Miranda Tarragó

Editora Jefe de la Revista Cubana de Estomatología

Estimada editora:

De gran valor resulta la publicación en Revista Cubana de Estomatología del artículo “Sinusitis maxilar iatrogénica por material de impresión dental”,1 tanto por el significado que tiene en la calidad de la atención estomatológica, como por el resultado de la investigación realizada por los autores, sobre la cual estamos muy a tono, aún más cuando conocemos la problemática.

La palabra iatrogenia o yatrogenia (del griego “iatros”, “médico”; “geno”, “producir” y “-ia”, “cualidad”) es el daño que se produce en el paciente como resultado de una intervención terapéutica aplicada por un profesional de la salud, sea médico, estomatólogo, psicólogo, psiquiatra o cualquier tecnólogo de la salud, como enfermero, farmacéutico, transfusionista, laboratorista, fisioterapeuta, entre muchos otros.2

Este daño no deseado a la salud del paciente es cometido sin intencionalidad, causado o provocado como efecto secundario inevitable e impredecible por un acto sanitario legítimo y avalado, destinado a curar o mejorar el estado de salud del paciente. El tratamiento se ha llevado de forma correcta, con la debida pericia, prudencia y diligencia; sin negligencias, ni errores ni omisiones.2,3,4

La literatura reconoce dos modalidades de iatrogenia:5

De orden psicológico: cuando daña la integridad psíquica del individuo y puede repercutir en agravamiento de las enfermedades orgánicas debido a una relación deficiente médico-paciente-familia; un interrogatorio y examen físico inadecuado; el uso irracional de complementarios; las deficiencias en la prescripciones médicas; la información insuficiente, exagerada, angustiante, incomprensible, indiscreta, contradictoria, inconsistente o mal usada; los efectos iatrogénicos en la docencia y la investigación; la irreverencia médica por letra ilegible o por errores ortográficos o por llamar al paciente por un detalle del rostro o el número de la cama; por el porte y aspecto inadecuado del profesional y por la falta de educación formal.

De orden no psicológico: cuando daña la integridad física del individuo. Pueden ser de causa química, como los efectos adversos de los medicamentos, por ejemplo, la nefrotoxicidad de un antimicrobiano; de causa física, como la mucositis y la radiodermitis secundaria a la radioterapia; de causa mecánica, como puede observarse durante los ejercicios de fisioterapia; o de causa quirúrgica, como las complicaciones específicas de un procedimiento realizado, como es el neumotórax luego de un acceso venoso subclavio, la incontinencia fecal al tener una colostomía, la diarrea luego de una vagotomía troncular bilateral, y muchos otros ejemplos.

Todo lo contrario ocurre con la mala praxis o dyspraxis médica, concepto jurídico que implica que se ha cometido una falta profesional, es decir, cuando el médico no actúa de forma responsable o hace daño al paciente de forma consciente por negligencia, impericia o imprudencia.5,6 Tal es el caso de un accidente quirúrgico por una técnica inadecuada, la insuficiencia de un procedimiento quirúrgico que obligue a una reintervención o la exageración en este proceder que cause disfunción de un órgano o sistema, el incumplimiento de las medidas de antisepsia establecidas en el intraoperatorio o cuando se actúa con la intención consciente y voluntaria de hacer daño.

Por otra parte, no es iatrogenia ni mala praxis el hecho que un paciente sufra consecuencias debido a un abandono consciente de un tratamiento medicamentoso o lo incumple para obtener una ventaja secundaria.6) Distinto además de la iatrogenia es el caso fortuito, es decir, aquel paciente en quien no se prevé que haga rechazo a un hilo de sutura, a un material de osteosíntesis, a una malla protésica o una reacción idiosincrática a un agente anestésico. En estos casos, la eventualidad no puede ser prevista o, previéndola, no puede ser evitada.5,6 La comunicación en la relación del profesional de la salud y el paciente es fundamental. Constituye una obligatoriedad explicarle al paciente y a su familiar con un lenguaje claro y preciso todo lo relacionado al tratamiento que va a recibir, entiéndase magnitud del procedimiento, complicaciones posibles y el pronóstico, todo lo cual evitará efectos iatrogénicos y garantizará calidad atencional.

En fin, que todo procedimiento médico quirúrgico implica riesgos, pero son mucho menores que los efectos beneficiosos de la terapia. Los pacientes nos conceden el privilegio de poner en práctica nuestros saberes y es pertinente siempre tener presente a Hipócrates cuando recomendó: “ayudar o por lo menos no hacer daño”.7

Referencias bibliográficas
Historial:
  • » Recibido: 09/02/2021
  • » Aceptado: 27/02/2021
  • » Publicado : 31/10/2021